Oído
El fado es la música tradicional portuguesa de escucha obligada cuando visites Lisboa.
Aunque no sepas hablar portugués y no entiendas cien por cien sus letras, sí entenderás los sentimientos que transmite.
¿Dónde escuchar fado en Lisboa?
En la Alfama hay decenas de locales que ofrecen espectáculos de fado en vivo, y aunque sean para turistas y no veas ningún lisboeta en ellas, es una experiencia que no te puedes perder.
Si te gusta lo que escuches, en la calle Sao Bento encontrarás un puesto muy original en el que comprarte un disco de recuerdo. Y si eres más del siglo XXI y prefieres escucha música online aquí te dejo una lista de Spotify con algunos de los mejores fados de la historia https://open.spotify.com/album/3YZcxu4C7e26fqwBB2q12i?si=PJepY7JqSeqWRi_mosugrg.
Gusto
Famosos en todo el mundo son los pasteis de nata. El mejor lugar para tomarlos es Pasteis de Belem, cerca de la Torre de Belem. Allí llevan fabricándolos desde 1837 siguiendo la receta tradicional de los monjes del Monasterio de los Jerónimos. Esa receta es secreta y cada día se prepara en una caja fuerte a la que acceden tan solo unas pocas personas. Ellos nunca viajan juntos por si les pasara algo, la receta nunca se pierda.
Igual de imprescindible que probar los pasteis es comer bacalao. Los portugueses dicen que han inventado más de mil maneras de prepararlo, así que seguro que encuentras una que te guste. La más tradicional es el bacalao com natas.
Tampoco olvides visitar Confeitaria Nacional (Praça da Figueira, 18B), la confitería más antigua de Lisboa para darte un capricho dulce.
Y todo ello es totalmente recomendable regarlo con vinos portugueses, cerveza Imperial o Superbock y para rematar cualquier comida nada mejor que un vasito de Ginja, un licor de guindas muy dulce. Aunque todos los turistas lo tomen en A Ginjinha, en el Largo São Domingos, te recomiendo que lo pruebes en alguno de los puestos que los propios vecinos de la Alfama ponen a las puertas de sus casas con el licor que ellos mismos preparan.
Olfato
Lisboa tiene olor “a flores y a mar” cantaba la famosa cantante de fado Amália en una de sus canciones. Y eso es cierto, Lisboa no tiene playa, pero solo tienes que acercarte a la orilla del Tajo para sentir el olor a mar. La mejor manera de hacerlo es dando un paseo por su orilla desde la Plaza del Comercio hasta la Torre de Belem.
Lisboa también huele a café, a los portugueses les encanta corto y bien cargado. Ese aroma a café impregna todo el Café la Brasileira, el primer lugar en el que se vendió en Lisboa el café llegado de Brasil. Allí podemos disfrutar de una taza y perdernos en su olor, y hacerlo en la mejor compañía, ya que en su terraza nos encontramos cómodamente sentado al escritor portugués más famoso: Fernando Pessoa.
Tacto
Los productos hechos de corcho que te encontrarás en todos los rincones de Lisboa tienen un tacto suave, agradable. Desde sombreros hasta carteras pasando por libretas, pulseras, pendientes, paraguas, bolsos e incluso zapatos o ropa.
Portugal es el mayor productor mundial de corcho y eso se refleja en que vas a encontrar cualquier producto que te imagines realizado a base de ese material tan versátil.
Vista
Lisboa es bonita, muy bonita, y conserva un aire de decadencia difícil de encontrar. Para deleitar a nuestra vista solo tenemos que darnos un paseo levantando la mirada para no perdernos el encanto de sus edificios antiguos, bajarla para apreciar el trabajo de la artesanía de las calzadas portuguesas, y visitar los mejores miradores de la ciudad.
El mirador del Ascensor de Santa Justa, situado en el Barrio Alto, te permite tener una vista 360 grados de la ciudad desde la que se puede ver: el castillo, la Plaza del Comercio, la Plaza del Rossío, la Catedral, la Alfama, el río etc.
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