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Marrakech, vivir el caos durante un fin de semana

A dos horas en avión de Madrid está Marrakech, una ciudad al Oeste del país, en la que sentirás que has viajado en el tiempo hasta una época en la que los exploradores visitan tierras lejanas y desconocidas.

Los vuelos más baratos que puedes encontrar ahora mismo desde España son a Marruecos, y son la mejor oportunidad para explorar al vecino desconocido.

Tuve la suerte de visitar Marrakech en temporada baja, en época de Ramadán y con la ciudad con muchos menos turistas de los habituales.

Me alojé en un riad, una típica casa de arquitectura marroquí que se distribuye en torno a un patio, que generalmente tiene una fuente, y que todas las habitaciones se construyen en torno a él. Su exterior suele ser austero, con un interior rico en detalles, que responde a la personalidad marroquí, que prefiere preservar su intimidad de puertas para adentro.

Riad

¡Y qué puertas! Todos los ornamentos que le faltan a las paredes lo compensan sus hermosas puertas labradas. Las hay para todos gustos, de diferentes colores, de madera, grandes, pequeñas, pero  todas tienen en común que se ve que se han hecho 100% de forma artesanal. 

En el riad todo es paz, pero en cuanto sales empiezas a esquivar las motos que circulan por sus calles estrechas, sus carros e incluso burros. La ciudad se construyó en forma de callejones que apenas llegan al metro y medio, para evitar así el calor de los veranos en los que llegan a los 50 grados.

Ese es el primer choque cultural con el que te vas a encontrar. Los semáforos parecen ser orientivos, y como peatón, incluso en las calles por las que no imaginarías que iban a pasar vehículos, tienes que ir siempre por la derecha y bien pegado a la pared para que no te atropellen,

Pero para eso viajamos ¿verdad? Para salir de nuestra rutina, nuestra zona de confort y ver algo diferente, y en ese sentido, Marrakech no defrauda.

Darse una vuelta por su plaza Jamaa el Fna es toda una experiencia. Vas a ver cobras, monos, serpientes, músicos, vendedores de comida, mujeres que pintan las manos de henna… y todos ellos van a querer venderte algo o cobrarte solo por mirarles. Además, por la noche se transforma y se llena de puestos de restaurantes portátiles en los que se pegarán porque te sientes en ellos.

Plaza Jamma el Fna

Visitar su zoco es envolverte en el olor de sus especias, admirar el trabajo de sus orfebres, contemplar las decenas de colores de su seda teñida a mano de forma artesanal con tintes naturales como la amapola o el azafrán, deslumbrarte con el dorado aceite de argán y ver la piel del camello en forma de todo tipo de bolsos y mochilas que te vas a querer llevar a casa.

En el mercado de los artesanos, muy cerca de la plaza de las especias en las que todas las influencers que visitan la ciudad se hacen una foto en sus terrazas, vas a ver como trabajan la plata, el cobre, la piel, la seda… una experiencia que no te puedes perder, y que te hará valorar aún más lo que compres.

Mercado de los artesanos

Por eso, ahí va mi Virconsejo, viaja ligero de equipaje, porque estoy segura de que en esos mercados en los que tendrás que regatear vas a querer llevarte más de un recuerdo.

Después de ese caos, de las calles llenas de tiendas y restaurantes que te invitan a pasar cada vez que te ven, lo mejor es probar un baño árabe. Pero no uno para turistas, uno local en el que te atrevas a desnudarte delante de desconocidos. Te aseguro que la experiencia vale mil por ciento la pena, y vas a salir con la piel de un bebé y con el mejor aroma a argán y rosas que te puedas imaginar.

Retoma fuerzas probando sus delicias de hojaldre y miel, sus tahini de cordero y pollo etc. El mejor lugar para hacerlo si no te asusta el caos, es en la plaza de Jamaa el Fna, que por la noche se transforma en un enorme restaurante al aire libre en el que probar las especialidades locales al mejor precio.

Tahini de cordero

Y sobre todo, déjate llevar, pasea sin prejuicios y acoge el caos en el que te vas a ver inmerso desde que te bajes del avión. Eso es lo que hice y de Marrakech lo recomiendo todo. Lo único que sí que es una pena, es que las decenas de hermosas mezquitas de la ciudad solo podrás verlas desde fuera. En Marruecos no está permitido que los turistas las visiten. 

 

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